¿Qué han hecho desde que los vi?
¿Han sido laboriosos?
Tengo ganas de hacerles
tantas preguntas
que si pudiera arrebatar sus rostros
y si sus labios pudieran responder,
se irían al cielo
hasta que la última pregunta fuera contestada –
Ni porque un justo desconfiara de mí
y ofreciera una recompensa,
devolvería a mi presa,
a esa persona audaz llamada Dios.
Ni aunque su grupo estuviera esperando.
Ni aunque conversar conmigo
fuera para ellos un anhelo,
y luego eternidad.
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