A qué pequeñas ramas nos aferrábamos –
Ese panorama
cuando había sido luchado el rápido río de la
vida.
Paramos antes de subirnos otra vez
con el fin de armarnos de valor –
Igual a la orla.
Sobre una prenda a la cual mostraron
como desechada
nuestros puntales se revelan
tan escasos, tan eminentemente minúsculos
como para poder ayudar, tan compasivos para
hundir
que si hubiéramos estado más afanosos y
amorosos
la diligencia no habría sido más ciega.
Cuán escasos los discos que satisfacían a
nuestra mirada,
junto a la luz eterna –
Mucho más oscuras que una barra de Saturno
las cosas estimadas por cosas que son.