El sol podría ser superfluo
cuando muera, quizá, la excelencia.
Podría ser superfluo todos los días
porque cada día sería mencionada
esa sílaba cuya fe
lo salva justamente de la desesperación,
y cuyas palabras “Me encontraré contigo”
dudan acerca de si el amor pregunta “¿Dónde?”
Nuestras etapas podrían recostarse
sobre su fama inmemorial
como estrellas que caen, anónimas,
desde un cielo abundante.
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