Pasaron tres semanas desde que la vi –
Alguna enfermedad me mortificó.
Volví a verla después
con un texto, una aldea que cantaba
y acompañada –
Nuestro placer era discurrir a solas.
Agraciada ahora para mí, como ninguna –
Agraciada hasta muy tarde –
Fuimos llevadas sin objeción de la una ni de la
otra
a la noche parroquial –
¿De las partes que fueron separadas,
cuál se perderá de vista?
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