Oía como si no tuviera oído
hasta que una palabra vital
llegó a mí nada menos que desde la vida.
Y entonces supe que oía –
Veía como si mis ojos estuvieran en otra mujer
hasta que una cosa,
ahora sé que era luz porque les correspondía,
entró.
Vivía como si yo misma estuviese afuera
pero adentro de mi cuerpo
hasta que una fuerza me detectó
y puso la médula en él.
El espíritu se volvió hacia el polvo, le dijo:
“viejo amigo, me conoces”.
El Tiempo salió a dar la noticia
y se encontró con la eternidad.
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