Si pudiera cabalgar sin rumbo definido,
como hace la abeja de la pradera,
e ir a visitar sólo aquellos lugares que me
gustaran,
y que nadie me visitara,
si pudiera coquetear todo el día con los
ranúnculos,
contraer matrimonio con quien yo quisiera
y vivir un poco en todas partes,
o, mejor, huir,
sin policía que me persiga
o policía que lo cace a él,
si continuara hasta saltar penínsulas
para alejarse de mí –
Dije: “ser idéntica a una abeja
sobre una bolsa de aire,
remar todo el día hacia ninguna parte
y anclar fuera de la jurisdicción”.
Cuánta libertad.
Así piensan quienes están en cautiverio,
quienes se encuentran inmóviles
en mazmorras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario