Me convierto en
abeja para ti
porque la abeja
puede zumbar con elegancia.
Óyeme, también –
porque las flores
pueden levantar una mirada
sobre tu mirada,
sin temor.
Una doncella
siempre podría ser una flor.
Tampoco los
petirrojos necesitan esconderse
si vas a
escarbar entre sus criptas.
Así pues,
concédeme alas
o pétalos, o un
anticipo de zumbido
para ir sobre esa
abeja, o una flor de retama.
De tal manera te
idolatro.
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