A las cuatro en punto los
pájaros comenzaron
Su periodo para la aurora –
Una música numerosa como el
espacio –
Pero con rayos, como el
mediodía –
No podría medir bajo conteo
su fuerza –
Sus voces pudieron
distribuirse
Igual que el arroyo dispensa
al arroyo
Para multiplicar el estanque.
Los testigos no estaban
presentes –
Excepto un hombre ocasional –
Vestido con sencilla
industria –
Para sorprender a la mañana –
Ni fue por aplauso –
Que conseguí determinar todo
esto –
Fue éxtasis independiente
De deidad y de hombres –
A las seis la riada había
concluido –
No se presentó tumulto
De vestirse, ni partida –
Y, no obstante, la bandada –
se había ido –
El sol absorbió el Este –
El día controló el mundo –
El milagro que había escrito
el prólogo
Fue olvidado una vez se
cumplió.
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