Son tan breves los inviernos
–
Que a duras penas me
justifican
Para echar muy lejos a todos
los pájaros –
Para mudarme dentro de una
vaina –
Una vez instalada –
Las febes inician sus labores
–
Y entonces – es el momento de
levantar la tienda –
Y abrir mi casa – de nuevo –
Estas son, más que todo,
interrupciones –
Mi verano – ha sido expoliado
–
Porque hubo una vez – un
invierno –
Y todo el ganado – murió de
hambre –
Y, así mismo, hubo un diluvio
–
Que barrió el mundo –
Sin embargo – ahora – Ararat
es una leyenda –
Y nadie da crédito a Noé –
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