Dos viajeros perecieron entre la nieve.
Los bosques, según ellos, se congelaban.
y los oyeron dándose ánimo
el uno al otro con palabras.
Lo que cada cual dejó atrás –
debe contener cielo, si es cielo.
Y entonces las aclamaciones crecieron
muy solemnes para el lenguaje,
y el viento dio grandes zancadas
sobre los rostros que el amor había tocado
esa mañana con un jacinto reverencial –
Los días continuaron sin narración
hasta que el misterio impaciente barrió todo.
Y los viajeros que viento y misterio dejaron
atrás,
abandonados en ausencia, fueron prodigados
con el cielo
como a quienes proveyeron por vez primera,
dijeron –