Ningún hombre vio al miedo,
ni el miedo admitió a un
hombre en su casa.
Aunque a su pavorosa
residencia
acudió la naturaleza humana.
Sin tener consideración de su
humilde vivienda.
Hasta que, haciendo el
esfuerzo por escapar,
una garra puesta sobre la
comprensión
detuvo a la vitalidad.
Regresar es un camino
distinto.
El espíritu no se podría
mostrar
pues respirar es la única
obra de teatro
a punto de ser representada
ahora.
“No estoy consumido”,
escribió el anciano Moisés,
“aunque Lo vi cara a cara” –
Estoy convencida
de que esa precisa fisonomía
era ésta.
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