Nuestros pequeños secretos se
van con premura –
junto a los de Dios, que él
no dirá –
Él cumplió su palabra durante
un trillón de años
y no podríamos nosotros
también cumplirla
excepto por el mísero placer
de maravillarnos mutuamente.
No hay dulzura bajo el sol
que se pueda comparar con
esto –
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