jueves, 9 de agosto de 2018

1325


Nunca oí decir que uno está muerto
sin la oportunidad de la vida
aniquilándolo de nuevo,
esa poderosa fe,

en exceso potente para mi mente común
que estuvo loca
mientras cultivaba su abismo;
loca también una o dos veces la conciencia bostezadora.

Las creencias están amordazadas, como la lengua.
Cuando el terror se manifiesta
en cualquier tono desbordado
podría dejarnos muertos al instante.

No conozco a una persona tan valiente
que se atreva a encarar, por motivación propia,
en un solitario lugar,
a esa horripilante conciencia extranjera –



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