domingo, 27 de diciembre de 2015

12


Tenía una guinea de oro -
la perdí entre la arena -
Y aunque las cuentas eran simples
y había libras en la tierra -
no obstante poseía tanto valor
para mis frugales ojos -
que el día en el cual no pude hallarla -
me senté a suspirar.

Tenía un petirrojo escarlata -
cantaba todo el día.
Pero cuando los bosques estuvieron coloridos -
también - se fue - volando.
El tiempo me concedió otros petirrojos -
sus baladas eran las mismas -
no obstante, mantuve la casa lista
para mi anhelado trovador.

Tenía una estrella en el cielo -
Pléyade era su nombre -
Y cuando perdí mi atención
también se marchó -
Y aunque los cielos están colmados -
y la noche resplandece -
no me importa -
pues ninguna de esas estrellas me pertenece -

Mi narración tiene una enseñanza -
Tengo una amiga ausente -
Pléyade es su nombre -
Y petirrojo - y guinea entre la arena -
Y cuando esta triste cantinela
acompañada de lágrimas -
se tope en un país lejano
con el ojo del traidor -
que constate: un solemne arrepentimiento
se apodera de su mente -
y ningún consuelo
puede hallar bajo el sol.

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