1047

Extrañamos a un pariente

más cuando está garantizada la observación

que al estar impedido de océanos

de posibilidad.

La etapa en que una legua

le inflige un dolor más espinoso

que llega hasta nosotros, sonriente ante Los Pirineos –

nosotros que nos quejamos de parroquias.

1046

A qué pequeñas ramas nos aferrábamos –

Ese panorama

cuando había sido luchado el rápido río de la vida.

Paramos antes de subirnos otra vez

con el fin de armarnos de valor –

Igual a la orla.

Sobre una prenda a la cual mostraron

como desechada

nuestros puntales se revelan

tan escasos, tan eminentemente minúsculos

como para poder ayudar, tan compasivos para hundir

que si hubiéramos estado más afanosos y amorosos

la diligencia no habría sido más ciega.

Cuán escasos los discos que satisfacían a nuestra mirada,

junto a la luz eterna –

Mucho más oscuras que una barra de Saturno

las cosas estimadas por cosas que son.

1045

Cuando nos vamos aprendemos

cuán vasto es uno

que estaba recientemente con nosotros –

Un sol muerto

inspirará cariño en medio del fallecimiento,

el doble

de toda la dorada presencia

que él fue – antes –

1044

La revolución es la hoja

desde la cual repiquetean los sistemas.

El florecimiento es excelente

cuando los vientos de la voluntad son agitados.

Excepto por su base bermeja

cada verano será sepulturero

de sí mismo,

también de la libertad –

Toda su púrpura fuga

ha sido dejada inactiva en el tallo.

La revolución lo sacude

para comprobar si está muerta –

1043

Es difícil ganarle en imponencia 
al destino.

Nadie lo otorga.

Sin embargo es posible

una pitanza a la vez

y que así, para mi sorpresa,

el alma, con economía estricta,

subsista hasta llegar al Paraíso.

1042

Cuando regresan – si es que las flores regresan –

siempre siento una duda:

¿pueden las flores nacer de nuevo

una vez que el arte se ha marchado?

Cuando comienzan, si es que los petirrojos permiten,

siempre tengo un temor

que no confesé: su último experimento

durante el año pasado.

Cuando llega mayo, si es que mayo vuelve,

¿no tendrá alguien una herida amorosa

por si él no pudiera observar de nuevo

un rostro hermoso?

Si estoy en esos lugares – ignoro

de parte de quién – podré estar esta mañana.

Pero si estoy en esos lugares –

retiro todo lo que he dicho –

1041

No me detendrá

ni montaña ni mar –

¿Quién es el Báltico?

¿Quién es la cordillera?

1040

Fue mi única gloria –

Permite que sea

recordado:

fui poseída de ti –

1039

Mi corazón, sobre un pequeño plato

para delicia del paladar de ella,

sería una baya o un pastelito.

Si pudiera ser un albaricoque…

1038

El florecimiento – es resultado – de encontrarse con una flor.

Casualmente, mirar de soslayo

apenas llevaría a sospechar

la menor circunstancia

cooperando en el esplendoroso asunto

realizado tan intrincadamente

y luego ofrendado como una mariposa

al meridiano –

Empacar al capullo – Oponerse al gusano –

Obtener su derecho al rocío –

Controlar el calor – Eludir al viento –

Escapar de la abeja que merodea –

sin decepcionar a la naturaleza

que la espera el día del florecimiento –

Ser una flor es una profunda

responsabilidad –

1037

Los moribundos necesitan poco, querido;

un vaso de agua es suficiente,

la humilde cara de una flor

para poner puntos sobre la pared,

un abanico, quizás, el remordimiento de alguien cercano,

y la certeza de que

no percibiré ni un color del arco iris

cuando te hayas ido.

1036

Estos son los productos de mi granja.

Suficientes para lo que me interesa.

Y aquí y allá beneficio

para el cubo de una vecina.

En nuestro caso la cosecha dura todo el año

pues cuando inician las heladas

sólo invertimos el zodiaco

y le ponemos dentro los acres –

1035

Mi voluntad es muy grande.

Perturba

lo poco que se puede hacer,

como una dócil infamia –

Es una ofensa para

quien el todo sería pequeño.

Es una ofensa para mí

que conozco completamente su premio.

A lo mejor la Tierra

es solo un juguete diminuto –

comprado, traído a la casa,

a la inmortalidad.

Luce tan pequeña

que sobre todo nos sorprendemos

de nuestra banalidad

al adquirirla.

1034

Se levanta – pasa – sobre nuestro Sur.

Inscribe un sencillo mediodía –

Bromea un momento con los pináculos.

Infinito, se ha ido –

1033

Sabía que había ganado

y sin embargo no sabía cómo.

No fue por disminución

sino debido a la disciplina

en un rigor constante,

excepto por la satisfacción.

Que otro soporte su duplicado

en otro continente.

1032

El Padre Celestial lleva lejos del amor

a la niña elegida,

con más frecuencia a través del reino de la zarza

que de la apacible pradera.

Con más frecuencia a través de las garras del dragón

que de la mano amiga

guía a la pequeña predestinada

hacia la tierra natal –

1031

Andando con fatiga hacia el Edén, mirando hacia atrás,

me encontré con el niño de alguien.

Le pregunté su nombre – Él me susurró “Trotwood” –

Dama: ¿acaso él te pertenecía?

¿Te consolaría – saber que lo conocí –

y que parecía no tener miedo?

No pude llorar – debido a la nueva relación,

muy sonriente – que establecía aquél pequeño –

1030

Encomiendo con mayor ternura

a la flor más temprana de mi estación –

porque la hallé sin parientes –

una gracia sin seres queridos –

1029

Tenía una bendición diaria

que solía examinar con cierta indiferencia

hasta notar que se sacudía brusca –

Creció según yo continuaba –

hasta el momento en que, rodeando una altura,

se desvaneció de mi vista.

Aprendí a calcularla

incrementada más allá de mi mayor tarea –

1028

Quien no ha visto un amanecer no puede decir

qué semblante tendría –

Quien adivine observar adivina la pérdida

de la habilidad –

El emigrante de la luz

es afligido por el día –

por la ceguera que vio y bendijo –

Y no logró encontrar sus ojos.

1027

Morir – sin morir

y vivir – sin la vida.

Este es el milagro más duro

propuesto a la fe.

1026

Las montañas les cuentan,

en sílabas púrpura,

las aventuras del día

a pequeños grupos de continentes

que van del colegio a la casa –

1025

Si nadie más que yo escalara la gran altura –

Si nadie más que ellos fallaran.

A cuántas cosas jugarían los moribundos –

Si al menos pudieran vivir, lo harían.

1024

Si aboliéramos las heladas

el verano no terminaría –

Si las estaciones perecen o prevalecen

depende de nuestra decisión –

1023

Morir por ti era muy escaso.

El griego más común podría hacer eso.

Querido: lo que vive cuesta más –

Estoy dispuesta incluso a ofrecerlo –

Lo que va a morir es una nimiedad ya pasada,

pero vivir incluye

lo moribundo, que es múltiple –

sin acuerdo de haber estado muriendo –

1022

El arrendajo es un pájaro presto – ejecutivo –

Intrépido como himno de administrador –

En cualidades, bronco y breve –

Esto garantiza en toda línea

que trepado sobre una rama, como un brigadier,

se mantenga lleno de confianza y rígido –

Su porte en marzo se parece mucho

al de un magistrado –

1021

¿Cuál es mejor?

¿El Cielo – o solo el cielo que vendrá

con ese antiguo codicilo de duda?

No puedo dejar de pensar

en el “pájaro en mano” como superior

a ese que el matorral puede brindarme.

O puede no brindarme –

Ya es muy tarde para elegir de nuevo.

1020

Existe un territorio que tiene años llanos

a los cuales ningún solsticio interrumpirá –

El sol de ese lugar construye un mediodía perpetuo,

esperan las perfectas estaciones de ese lugar –

su verano está sentado en verano,

y concluye hasta los siglos de junio,

hasta los siglos de agosto.

Su conciencia – es aquél mediodía –

1019

Ella ascendió tan alto como la oportunidad de él.

Después buscó el polvo –

y fue a yacer más abajo, entre el bajo Westminster,

gracias a su pequeña cresta –

1018

Subo por la montaña de la vida

con mi pequeña carga.

Si siento que está muy empinada –

si me detiene el desánimo –

si noto a mis pasos recientes más viejos

que la esperanza que me impulsó –

el corazón que propuso todo esto se encuentra

inmaculado, libre de culpa.

También el corazón que aceptó lo inhóspito – por hogar.

1017

El alma debería permanecer siempre entreabierta

por si el Cielo pasara a preguntar,

y no se viera obligado a esperar

o tuviera vergüenza de llegar a molestarla.

Es mejor que parta antes de que esa anfitriona

haya corrido el cerrojo de la puerta –

a buscar a su cumplido huésped,

ya no su visitante –

1016

Los ideales son el delicado aceite

con el cual ayudamos a la rueda –

Sin embargo, cuando gira el eje de la vida

la mirada rechaza ese bálsamo –

1015

Los dedos de la luz

tocaron suavemente a las puertas de la aldea.

La luz dijo: “Soy grande y no puedo esperar.

Déjame entrar”.

“Llegas muy temprano”, replicó la aldea,

“los rostros que me pertenecen están dormidos –

Júrame que no los despertarás

y te dejaré pasar”.

La desenfadada visitante juró.

Pero una vez dentro de la aldea

la cadencia de su estampa

despertó a mujeres y hombres.

La vecina del estanque

realizó una ruidosa reverencia

sobre su cabeza gozosa,

y el mosquito alzó la copa brindando por la luz.