Si pudiera arrastrarme
entre los hábiles brazos del viento
tendría un recado inminente
para un territorio vecino –
No me importaría detenerme.
Mi proceso no sería largo.
El viento podría esperar por fuera de la puerta
o darse un paseo por la aldea.
Identificaría la casa,
sabría si el alma está en ella,
y si sostendrá contra sí misma mi candil
para que lo encienda. Y luego regresar –
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