Esta conciencia, que sabe
del vecindario y del sol,
será la única que note a la muerte
y que ella sola
está cruzando el intervalo
entre la experiencia
y el más profundo experimento
decretado a los seres humanos –
Qué adecuadas serán sus propiedades
a ella misma.
Ella misma en ella misma.
Y nadie lo descubrirá.
El alma, inmensa aventura contra sí misma,
está condenada a recibir atención
sólo de un perro de cacería
que es su propia identidad.
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