Hay un junio, cuando el maíz está cortado
y las rosas están en semilla –
un verano más breve que el primero
pero mucho más tierno,
como si un rostro proveniente supuestamente
del sepulcro apareciera durante un solo
mediodía, como si nos inspirara compasión
ataviado con su bermellón, y regresara –
Se dice que existen dos estaciones –
El verano de los justos
y este verano nuestro, ajustado
con expectativas – y con hielo –
¿No podría compararse tan infinitamente
nuestro segundo verano con el de los justos
que llegáramos a recordar el uno
sólo para preferir al otro?
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