Las nubes juntaron sus
espaldas.
El Norte comenzó a empujar.
Los bosques galoparon hasta
desfallecer.
Los relámpagos jugaban como
ratones.
El trueno se desmoronó como
materia.
Qué bueno estar en las
tumbas,
donde no alcanza a llegar el
temperamento de la naturaleza
y el misil nunca viene.
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