Noté que la luna estaba
alrededor de la casa
Hasta que se detuvo – a
descansar –
Privilegio de viajera –
Sobre el vidrio de la ventana
–
En ese momento la miré
fijamente –
Como quien observa a un
desconocido.
La dama citadina no considera
maleducado
Elevar su anteojo –
Sin embargo nunca un
desconocido
Justificó una curiosidad como
la mía –
Porque ella no tenía pie – ni
mano –
Ni fórmula –
Sólo algo como una cabeza –
Que la guillotina ha
deslizado lejos –
Cuidadosamente –
Esa cabeza estaba sostenida,
independiente,
Por el ámbar – en el cielo –
Sólo algo como una flor sin
tallo –
Amarrada por gravitaciones
muy finas –
En aire rodante –
Más finas que las que atan a
los filósofos –
Ella no tenía – hambre –
Ni un hospedaje – donde
satisfacer su limpieza –
No tenía vocación – ni deseo
de interferir
En pequeños misterios
Que nos asedian – como la
vida – la muerte –
El más allá – o la negación –
Más bien parecía absorta en
el absoluto –
En aquello que resplandece –
y en el cielo –
Apenas había permanecido un
poco
El privilegio de escrutar
Cuando, con movimiento
plateado –
Ella saltó en arco fuera de
mi vista –
Mucho después – la encontré
entre una nube –
Yo estaba muy abajo
Como para seguir su camino
superior –
O tan siquiera la ventaja
azul – de ese camino –
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