No tenía una causa que me mantuviera despierta
–
Lo mío, lo mejor – se había ido a dormir –
La mañana asumió una cortesía nueva –
Y erró al despertarla a ella y a él –
Pero – llamó a los otros – desde luego –
E hizo a un lado las cortinas de ella y de él –
Dulce mañana – cuando esté vencida por el sueño
–
Toca a mi puerta – llámame – recuérdame –
Una vez – observé el amanecer –
Luego los miré, a ella y a él –
Y creció en mí la necesidad –
De una circunstancia idéntica a la de ellos –
Era una paz tan amplia –
Que no puede evitar un suspiro –
Era el día sagrado – con las campanas
Divorciadas – Era atardecer – todo el día –
Así pues, eligiendo solo un vestido –
Y tomando solo una oración –
El único atuendo que necesitaba –
Me esforcé – y después estuve allí –
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