Privada de otro banquete
me brindé un agasajo –
Al principio – un alimento precario –
una insignificante miga –
pero ensanchada por añadidos frugales
hasta un tamaño notable,
suficientemente suntuoso para mí –
y casi bastante
para calmar el hambre de un petirrojo –
Ese colorado peregrino y yo – somos capaces –
de reservar una cereza de nuestra mesa –
para darla – como limosna –
No hay comentarios:
Publicar un comentario