Al principio, cuando era muy
pequeña, rezaba
Porque me lo ordenaban –
Sin embargo un día me detuve,
cuando
Ya estaba calificada para
pensar cómo
Podría – yo – sentir los
rezos
Si creyera en que Dios
volteaba su cabeza
Cada cierto tiempo en que mi
mirada infantil
Quedara completamente fija,
sin pestañear, en su mirada,
Con infantil honestidad –
Y le contara acerca de todo
lo que quiero hoy,
De las partes que me
inquietaban
Dentro de su lejano plan –
La característica mezclada
De su divinidad –
Y desde entonces,
frecuentemente en el peligro,
Advierto lo fuerte que podría
ser
Tener un Dios tan poderoso
como ese,
Un Dios que sostuviera su
vida por mí
Hasta que yo misma pudiera
controlar la balanza,
Tan inclinada a menudo en
estos momentos –
Me gasto todo el tiempo
tratando de equilibrarla
Y después – no se queda
quieta –
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