La azucena pasa con seguridad
–
A través de la oscura
multitud –
Como la educación –
Sus blancos pies – no sienten
trepidación –
Su fe – no siente miedo –
Después – queda la vida,
pequeña manta –
Ahora – olvidada por completo
–
Sacudiendo su campana de
berilo –
Sobre la pradera –
En éxtasis – y en un diminuto
valle –
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