Después de cien años
nadie conoce el lugar.
La agonía que se escenificó
allí
es inmóvil, como la paz.
Malas hierbas se alineaban
triunfantes.
Extraños paseaban por ahí y
deletreaban
delante de la solitaria
ortografía
de los antepasados que han
muerto.
Los vientos de campos de
verano
recuperan el sendero –
El instinto recoge la llave
que la memoria dejó caer –
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