Una araña se arrastraba,
asidua,
sobre mi reticencia.
Estaba sola y en una
circunstancia
que se niega a ser
mencionada.
Inmediatamente se sintió
mucho más en casa que yo.
Yo me sentía como una visitante
y de prisa
me fui –
Cuando volví a visitar mi
última morada
con un reclamo por escrito
hallé el lugar
silenciosamente usurpado,
igual a un gimnasio
en el cual el homenaje
adormilado y el título sin aparecer,
habitantes del aire,
tomaron presunción perpetua
como si fueran herederos
especiales –
Si alguien en la calle me
golpea
soy capaz de devolver el
golpe –
Si alguien se toma mi
propiedad
de acuerdo a la ley,
los estatutos son mis
expertos amigos,
qué ajuste legal puede haber
por una afrenta tan injusta.
Ni aquí ni allá lo hay –
La médula del día
ha sido ese robo de tiempo y
mente
ejecutado por una araña.
Si no es así, que me prohíba
el Señor
ser más específica –
No hay comentarios:
Publicar un comentario