Era la crisis – Toda la
amplitud había terminado –
Ese obtuso – yerto tiempo
que se presenta durante la
fiebre o el singular suceso –
Ahora llegaba la ocasión –
El instante que sujetaba
entre sus garras
al privilegio de vivir,
o el permiso de notificar al
alma
al otro lado del sepulcro.
Los músculos amarrados como
con plomo
no hubieran permitido la
voluntad –
El espíritu sacudió al
diamante –
pero no logró hacerlo sentir.
El segundo se levantó –
discutió – salió –
Otro segundo había iniciado –
Y simultáneamente
un alma escapó, inadvertida,
de la casa –
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