Una curiosa nube sorprendió
al cielo,
era como una sábana con
cuernos;
la sábana era azul –
la cornamenta gris –
Por poco tocó los prados.
Se inclinó, tan baja –
después se estiró, más imponente –
y fue arrastrándose como las
túnicas.
Una reina que avanza por un
pasillo de satín
no tendría semejante
majestad.
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