sábado, 9 de julio de 2016

593

Noté que la luna estaba alrededor de la casa
Hasta que se detuvo – a descansar –
Privilegio de viajera –
Sobre el vidrio de la ventana –

En ese momento la miré fijamente –
Como quien observa a un desconocido.
La dama citadina no considera maleducado
Elevar su anteojo –

Sin embargo nunca un desconocido
Justificó una curiosidad como la mía –
Porque ella no tenía pie – ni mano –
Ni fórmula –

Sólo algo como una cabeza –
Que la guillotina ha deslizado lejos –
Cuidadosamente –
Esa cabeza estaba sostenida, independiente,
Por el ámbar – en el cielo –

Sólo algo como una flor sin tallo –
Amarrada por gravitaciones muy finas –
En aire rodante –
Más finas que las que atan a los filósofos –

Ella no tenía – hambre –
Ni un hospedaje – donde satisfacer su limpieza –
No tenía vocación – ni deseo de interferir
En pequeños misterios

Que nos asedian – como la vida – la muerte –
El más allá – o la negación –
Más bien parecía absorta en el absoluto –
En aquello que resplandece – y en el cielo –

Apenas había permanecido un poco
El privilegio de escrutar
Cuando, con movimiento plateado –
Ella saltó en arco fuera de mi vista –

Mucho después – la encontré entre una nube –
Yo estaba muy abajo
Como para seguir su camino superior –
O tan siquiera la ventaja azul – de ese camino –



No hay comentarios:

Publicar un comentario