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Existe una flor preferida por las abejas –

Y deseada por – las mariposas –

El ave zumbante – aspira –

A esa demócrata púrpura

Y cualquier insecto que pase –

Llevará una miel

Proporcional a su propia carencia

Y a la capacidad – de esa flor –

Aunque su rostro sea más redondo que la luna

Y con más arreboles que la túnica

De orquídea sobre prado –

De rododendro – vestida –

Ella no espera que llegue junio –

Su resuelta carita – será observada –

Mientras enfrenta al viento –

Compitiendo con la hierba –

Esa pariente cercana suya –

Por privilegios de multitudes y de sol –

Las dos, dulces litigantes por la vida –

Y cuando las colinas se abarrotan –

Y soplan modas nuevas –

No suprime ni una sola especia

Por la punzada de los celos –

Su público – es el mediodía –

Su providencia – el sol –

Su progreso – es proclamado – por la abeja –

Mediante una – soberana – decidida melodía –

La flor más valiente – de este ejército –

Se da por vencida – de última –

Ni siquiera se da cuenta – de que la derrotan –

Cuando es anulada por la escarcha –