Hoy – he venido a comprar una
sonrisa –
Pero solo una sonrisa –
la más pequeña entre tus
mejillas –
me sentaría igual de bien –
La sonrisa que a nadie más le
haría falta
porque se mostraría diminuta
–
Estoy pidiendo ante el
mostrador – “Señor –
¿tendría usted un tiempo para
vender?
Tengo diamantes – en mis
dedos.
Usted sabe cómo son – los
diamantes.
Tengo rubíes – idénticos a la
sangre del atardecer –
Y topacio – como la estrella.
Sería gran negocio para un
judío como usted.
Dígame - ¿puedo llevar esta
sonrisa – señor?”
No hay comentarios:
Publicar un comentario