Buenas noches. ¿Quién apagó
las velas?
Sin duda – un céfiro celoso –
Ah, amigo mío, poco sabías
cuánto tiempo trabajaron con
esmero
los ángeles – en esa mecha
celestial –
ahora – extinguida – para ti.
Pudo – haber sido la luz
tenue del faro –
si un marinero – remando en
la oscuridad –
se hubiese molestado en
observar.
Pudo – haber sido la
menguante lámpara
que alumbra al soldado del
tambor
desde el campamento, hasta
que la diana suene
de modo más puro.
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