miércoles, 9 de marzo de 2016

267


Arreglar de nuevo el afecto de una esposa
cuando disloquen mi cerebro.
Amputar mis pecosos senos,
volverme barbuda como un hombre.

Llénate de rubores en tus certezas, espíritu mío –
Llénate de rubores, desconocida arcilla mía –
Siete años de fidelidad te han enseñado más
que lo que una condición de mujer casada
hubiera podido.

Amor que nunca se liberó de su foso –
Confianza dentro de la trinchera del estrecho dolor –
Galardonada – perseverancia a prueba de fuego –
Angustia – que no posee calmante.

Carga – llevada con triunfo hasta este momento –
Nadie podría sospechar de mi corona
pues porto las espinas hasta el ocaso –
y después – me pongo mi diadema.

Mi secreto es grande, pero está sujeto con vendas –
Nunca se escapará,
sólo hasta ese día en que su consternado guardián
lo conduzca, entre el sepulcro, hasta ti.


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