sábado, 19 de marzo de 2016

291


Se cierne sobre pedazos de plomo –
Espolvorea todo el bosque.
Repleta con lanas de alabastro
las arrugas del camino –

Hace una cara llana
de montaña y de planicie –
Una frente sin quebrar desde el oriente
hasta el occidente, otra vez –

Logra alcanzar la cerca –
La envuelve, estaca por estaca,
hasta perderse en vellones –
Le da un velo celestial

a cepa, almiar – y tallo –
a campos de entrenudos –
a una habitación vacía en verano –
donde estuvieron las cosechas
sin que, excepto ellos, dieran cuenta de su presencia –

Riza los ejes de las estacas
como a los tobillos de una reina –
Después detiene a sus artesanos – como a fantasmas –
Niega que hayan sido ellos –


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