sábado, 19 de marzo de 2016

293


Una simple tuerca de carne
es todo lo que prende a mi alma,
el alma favorable a la Deidad.
A mi lado el velo –
Una vez se dio constancia de la gasa-
Su nombre ha sido excluido
tan lejos del mío,
como si ningún compromiso matrimonial
se hubiera impreso ayer,

en tierno – solemne alfabeto,
se volvieron mis ojos justo para ver –
cuando pasaron a la tuerca clandestinamente
junto a mi vista, dentro de la eternidad –

Más manos – para resistir – pues aquí solo hay dos –
Un nervio más, reforzado con malla,
recién entregado por motivo del peligro –
Un amor – gigantesco – que salta –

Más grande que aquello mostrado por los dioses -
ellos andan por delante de la arcilla -
ni por todo lo que su cielo pueda presumir
permitirá que su recuerdo – se vaya.


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