jueves, 4 de febrero de 2016

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No sé cómo contártelo, aunque tú lo sientes –
Tampoco tú sabes contármelo –
Los santos, con pizarra y lápiz embrujados
solucionarán nuestro día de abril.

Más dulce que una olvidada pilatuna
de un prado olvidado,
Más rápido que cascos de jinetes
junto al borde de un sueño;

Caminemos – por él con modestia –
Nuestros rostros protegidos por velos –
Como se dice que hacen los arcángeles
más educados al encontrarse con Dios.

No me corresponde comentarlo.
Ni te corresponde decírselo
a alguna elegante dama –
“¡Bello día de abril!”

Mejor contárselo al Peter Parley del cielo,
gracias a quien la infancia – muy despacio –
está preparada para ir
a un recital más sublime.

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