miércoles, 24 de febrero de 2016

227


Dos nadadores lucharon con todas sus fuerzas
sobre el mástil –
hasta el sol de la mañana –
Uno – retornó sonriendo a tierra –
Lo del otro fue una pena.

Cuando pasaron por allí los barcos errantes –
avizoraron un rostro – sostenido por las aguas –
con ojos de muerte – aún levantados, suplicantes –
y las manos – extendidas – pidiendo auxilio.


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