viernes, 4 de marzo de 2016

254


Un rostro – mitad de niña – mitad de heroína –
que lograría conmover a una reina –
Una doncella de Orleans en la mirada

que echa a un lado sus finas maneras
por una más humilde Compañía Militar
cuando nadie está cerca.
Incluso una lágrima –
es su visitante frecuente –

Sin embargo, el sombrero para un duque –
y una peluca de rey menor
no serían tan huidizos
de quien viene y pasa –
ni unas manos – tan delicadas –
que llenarían de dicha a un duende –

Una voz – grave – que altera,
y logra llegar al oído
como un impedimento hecho de nieve –
o cambiar suprema –
como tono del reino
sobre la diadema del súbdito –
Muy pequeña – para tener miedo.
Muy lejana – para encariñarse –
Así que los hombres terminan comprometiéndose –
y simplemente – le dan reverencia –


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