Una simple tuerca de carne
es todo lo que prende a mi
alma,
el alma favorable a la
Deidad.
A mi lado el velo –
Una vez se dio constancia de
la gasa-
Su nombre ha sido excluido
tan lejos del mío,
como si ningún compromiso
matrimonial
se hubiera impreso ayer,
en tierno – solemne alfabeto,
se volvieron mis ojos justo
para ver –
cuando pasaron a la tuerca
clandestinamente
junto a mi vista, dentro de
la eternidad –
Más manos – para resistir –
pues aquí solo hay dos –
Un nervio más, reforzado con
malla,
recién entregado por motivo
del peligro –
Un amor – gigantesco – que
salta –
Más grande que aquello
mostrado por los dioses -
ellos andan por delante de la
arcilla -
ni por todo lo que su cielo
pueda presumir
permitirá que su recuerdo –
se vaya.
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