Sin saber por qué, los
solitarios –
son – los exiliados del
oriente –
que en cierto jolgorio blanco
se descarriaron y pasaron más
allá
de la línea ámbar –
Desde entonces – se esfuerzan
por saltar
el foso púrpura – en vano –
como los pájaros – que caen
de las nubes
dudan en su propio ritmo –
que el éter bendito – les
enseñó
durante una trasatlántica
mañana –
cuando el cielo era muy
convencional –
para extrañarlo –
muy seguro – para adorarlo.
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