Cómo gotean de atardecer las
antiguas montañas.
Cómo arden los abetos.
Cómo queda cubierto por
cenizas el pardo pastizal
gracias al sol, hechicero –
¿Tengo acaso los labios del
flamenco
para arriesgarme a decir
cómo brindan escarlata las
antiguas torres
hasta que la mirada se
rebosa? –
cómo merma, después, el fuego
igual a oleadas –
rozando toda la hierba
como un rasgo – de zafiro –
que desaparece –
cuando pasa una duquesa –
cómo gatea un pequeño
atardecer sobre la aldea
hasta que las casas quedan
manchadas,
y la insólita antorcha –
nadie la empuña –
reluce en la calle –
cómo se hace de noche – en el
nido,
en el cubil – y donde estuvo
el bosque –
apenas una cúpula del abismo
se da vuelta
combándose en soledad –
Estas son las visiones que
revolotearon sobre Guido –
Tiziano – nunca habló de esto
–
Y Domenichino, paralizado de
oro –
sólo dejó caer su lápiz –
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