Un pájaro vino por el camino
–
No se dio cuenta de que lo
estaba viendo –
cortó con el pico a una
lombriz,
se comió cruda a la pequeña
amiga,
luego bebió el rocío
de una apropiada hierba –
y después saltó oblicuamente
al muro
para permitir que pasara un
escarabajo –
Miró de soslayo, ojos rápidos
que recorrieron con prisa
todo en derredor –
esos ojos que parecían
atemorizadas cuentas de collar,
pensé. Sacudió su cabeza de
terciopelo –
Le ofrecí una miga con
cautela,
como a alguien que está en
peligro.
Y él desenrolló sus plumas,
que lo llevaron a casa, a
golpe de remo –
con más delicadeza que remos
capaces de dividir
el océano, muy plateado para
una costura,
más delicadeza que mariposas
desde bancos de mediodía,
capaces de saltar sin
salpicar cuando nadan.
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