El alma tiene momentos que
están vendados –
Cuando aparece cierto
espantoso miedo –
está muy asustada como para
agitarse –
y él se detiene, la mira –
la saluda con largos dedos –
acaricia su helado cabello –
sorbe de los mismos labios
sobre los que – revoloteó –
el amante –
Resulta indigno que un
pensamiento tan mezquino
se aproxime a un tema – tan
bello –
El alma tiene momentos de
escapatoria –
cuando haciendo pedazos todas
las puertas –
danza afuera como una bomba,
y se balancea en las horas
como lo haría la abeja –
llevada por el delirio –
quien, prisionera durante
mucho tiempo, lejos
de su rosa – lograra tocar la
libertad –
y después no conociera nada
más –
que mediodía y paraíso – otra
vez momentos
tomados del alma – cuando
traidora, conducida
con grilletes en los pies
emplumados
y ganchos en la canción,
el horror le diera de nuevo
la bienvenida.
Estos momentos no son
rebuznados por la lengua –
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