Hablamos como las niñas –
tiernamente y hasta muy tarde
–
Especulamos alegremente
acerca de todos los temas,
menos el de la tumba –
No era asunto nuestro –
Manipulamos destinos con
mucha frialdad –
Como si nosotras fuéramos –
las que disponíamos –
Como si Dios, apacible padre
se encontrara a nuestras
órdenes –
Aun así, con gran ternura nos
concentramos en nosotras
mismas – en cómo seríamos –
al final –
cuando ocupáramos – una
posición –
suavemente ascendidas de
niñas a mujeres –
Nos separamos con el acuerdo
de querernos y de enviarnos
cartas.
Pero el cielo hizo ambas
cosas imposibles
antes de la siguiente noche.
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