Si el amigo de alguien
muriera,
lo más agudo
sería pensar en cómo pasearon
vivos –
durante esta o aquella
ocasión –
sus trajes, de domingo,
cierta manera del cabello –
una broma que nadie conocía,
excepto ellos,
perdida en el sepulcro –
cuán cálidos estaban en
determinado día,
casi logras sentir la fecha –
parece muy cercana –
Ahora – ellos están a siglos
de todo eso –
Lo que les gustaba, lo que
dijiste.
Intentas tocar la sonrisa
y hundes los dedos dentro de
la escarcha –
¿Cuándo fue – puedes decirlo?
Invitaste a todos los
presentes a tomar el té –
Solo unos cuantos – conocidos
–
y conversaron de cerca con la
muerte, esa gran cosa.
Ojalá ninguno te recuerde –
que haber pasado por
cortesías e invitaciones –
haber pasado por conversación
y devota promesa –
por todo lo que podemos
estimar –
constituye – lo más intenso
del dolor.
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