viernes, 22 de abril de 2016

371

¿La felicidad es entonces un abismo –
Y por lo tanto no debo pisar mal,
Temerosa de dañar mis zapatos?

Prefiero afirmar bien los pies
Que salvar mis botas –
Pues comprar otro par
En algún almacén
Todavía es posible –

Pero a la felicidad la venden solo una vez.
Perdida la patente
Nadie la compra nunca más –
Habla, pie, decide este asunto.
¿La dama está molesta, o no?
El veredicto es para las botas.


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