No puedo danzar sobre las
puntas de los pies –
Nadie me instruyó –
Pero con frecuencia, en medio
de la mente,
me posee una alegría
tal que si tuviera
conocimientos de ballet –
podría exhibirse
en pirueta que haría
palidecer a una tropa de bailarines –
enloquecer a una Prima Donna,
Y aunque yo no tenga traje de
tul –
ni tirabuzón en el cabello,
ni dé saltos con una garra en
el aire –
para públicos – como pájaros
–
ni ponga a mecer mi figura en
pelotas de pelusa,
ni ruede en bolas de nieve
hasta perderme de vista,
haciendo mucho ruido,
el teatro me pediría que
repitiera el espectáculo –
Aunque nadie sepa que conozco
el arte
mencionado por mí – tan
fácilmente – aquí –
pese a que ninguna placa me
rinde honores –
este arte es tan pleno como
la ópera –
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