Si vinieras en otoño
barrería el verano
un poco con sonrisas, con
indiferencia,
o con una mosca,
como las amas de casa.
Si pudiera volverte a ver
dentro de un año
desmenuzaría los meses en
pequeños grumos –
y los pondría entre cajones
separados,
por miedo a confundir las
cifras –
Si te demoraras tan solo unos
siglos
los contaría con la mano,
restando,
hasta que mis dedos se
desplomaran
en las tierras de Van Dieman.
Si tuviera certeza de cuándo
concluirá esta vida –
que debería ser tuya y mía –
la lanzaría lejos, como se
arroja una cáscara,
y tomaría la eternidad –
Pero ahora, sin seguridad de
la duración
de esto que se halla en medio
de nosotros,
es esto quien me hunde su
aguijón,
Como la abeja duende –
no reconocerá – que ha
picado.
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