Nos separaron tanto –
como están aparte el mar
y su península no colonizada –
Según ellos éramos “los que pueden ver” –
Nos sacaron los ojos –
Nos encañonaron con revólveres –
“Puedo verte”, respondía directamente cada uno
por medio de signos telegráficos –
Hablaron – de condenarnos a mazmorras –
Sin embargo nuestras almas –
por entre la capacidad más sólida de ellos –
por entre su adamante más opaco – veían igual
de bien –
Nos decretaron la muerte –
Nosotros, con amable presteza,
nos levantamos sobre nuestros pies derruidos –
condenados a no morir – sino a ver –
el permiso para abjurar –
el permiso para olvidar –
Le volteamos la espalda al sol
por culpa del perjurio de todo aquello –
Ni uno – ni otro se enteró de la muerte –
Conocedores – del Paraíso –
el rostro del otro –fue el único disco
que la derrota de cada uno – pudo ver –
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