Es una gran alegría haber merecido
el sufrimiento –para merecer la liberación –
Es una gran alegría haber perecido
a cada paso – para acompasar al Paraíso –
Perdóname – por mirarte a la cara
con estos anticuado ojos –
para esto – son mejores – que unos nuevos –
aunque los hubieran comprado en el Paraíso –
Compruébame – testigo mío color avellana –
que los rasgos de esa cara son los mismos –
Porque los ojos anticuados te miraron antes –
y tú los has mirado –
Tan huidizo eras cuando estabas presente –
Tan infinito – cuando te fuiste –
Una aparición Oriental –
que regresa desde la mañana –
Recuerdo la altura –
Igualaba a las colinas –
La profundidad era una rueda dentada
sobre mi alma – como riadas –
en blancos de rodeznos –
para obsesionar – hasta que el tiempo
hubiera dejado caer su última década,
y para que obsesionado hiciera posible –
que todo aquello durase – al menos –
toda la eternidad –
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